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lunes, 3 de junio de 2013

El núcleo de Titán plantea nuevos enigmas

El núcleo de la luna de Saturno Titán continúa planteando enigmas a los científicos, según sugiere un estudio de la Universidad La Sapienza en Roma (Italia) que se publica en la revista 'Science'.

Las medidas tomadas por la misión Cassini-Huygens indican que el interior de la luna Titán de Saturno era demasiado frío para que la mezcla primordial de hielo y roca se fundiera y separara.

Titán ha sido centro de atención recientemente por la diversidad de paisajes helados de su superficie, incluyendo ramificaciones de cauces de ríos y lagos polares, pero se conoce poco sobre su interior, algo que reserva importantes indicios sobre su evolución.

Los científicos, dirigidos por Luciano Iess, analizaron datos de gravedad y su estructura profunda interior. Sus resultados sugieren que Titán es un cuerpo parcialmente diferenciado, dividido en capas, con un núcleo en el que existe una mezcla de hielo y rocas o minerales de silicatos que portan agua.

erlE� nn� �)o del Carbono-14realizada a uno de esos “misterios” que permanecen en la historia reciente de la humanidad: el Manuscrito Voynich. En 2009, Luis Alfonso Gámez publicó unespléndido post sobre este manuscrito en el que también aludía a la datación por el Carbono-14 y explicaba ciertas interioridades de esta “enigmática” composición. Nadie ha podido esclarecer, no ya la traducción del libro, sino el autor del mismo.

Pero ¿qué es el Manuscrito Voynich? En realidad se trata de un libro del siglo XV redescubierto por Wilfred Voynich (del que toma el nombre) en 1912 en el colegio jesuita de Villa Mondragone en una localidad cercana a Roma. El manuscrito es un libro prolijamente encuadernado, escrito con pluma sobre pergamino de ternera. Sus actuales 102 folios, de 23×16 cm, están plagados de ilustraciones de plantas desconocidas y otros dibujos. Aunque lo atractivo del mismo es la lengua en la que está escrito: ¡desconocida! Ni los más eminentes lingüistas ni los más potentes ordenadores han conseguido descifrar ese texto de caracteres romanos minúsculos en cursiva. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos de la Universidad de Yale (USA), y sigue desafiando los conocimientos de los expertos.
Cualquiera puede ampliar información sobre este manuscrito en los enlaces de este post o recorriendo internet. Lo que ahora pretendo es ofrecer una “disparatada” hipótesis sobre su autoría, y lo hago porque particularmente concluyo que una persona culta, inteligente y “cachonda” del siglo XV se entretuvo en dejar para la posteridad uno de los mayores timos de la Historia. Digo esto porque, aun no habiendo sido traducido el texto, la baja entropía de sus caracteres (alta predictibilidad que acarrea una muy baja transmisión de datos) me lleva a pensar que se trata de una tomadura de pelo de Leonardo Da Vinci (casi imposible de probar). Y para ello nada mejor que transcribiros una de las varias hipótesis que Marcelo Dos Santos recoge en su interesante libro “El Manuscrito Voynich”, la de la doctora Edith Sherwood:
[…] Esta investigadora ha propuesto que el Manuscrito Voynich no pertenece en realidad a las manos de Roger Bacon (…) sino a la de Leonardo Da Vinci. A partir de la secuencia de sucesos que comenzó con la publicación de un artículo de Alfred Werner en un número de la revista Horizon de 1962, Sherwood se sintió atraída por el enigma. En su artículo, Werner hacía notar la similitud aparente entre la caligrafía del Manuscrito Voynich y la escritura especular del sabio florentino. En 1975, el hijo de Robert Brumbaugh encontró el mismo parecido.
Intrigada, Sherwood halló que uno de los mapas astrológicos del manuscrito contenía el símbolo de Aries junto a 15 ninfas desnudas con dibujos de estrellas. Su interpretación es que se trata de la carta natal de alguien que nació al atardecer (por las estrellas) del 15 (quince mujeres) de abril (Aries el Carnero). Según la estudiosa, la palabra escrita bajo el signo del Carnero aparenta ser ob…..l, pero que si se la invierte especularmente muy bien puede representar la palabra Lionardo, que es como Da Vinci escribía su propio nombre de pila.
Sherwood compara este grafismo con la firma especular de Leonardo presente en otros manuscritos bien conocidos, y, aunque debe reconocerse el parecido, sería necesaria una pericia caligráfica para establecer la autoría del toscano. Hay también una similitud entre el dibujo del carnero en sí y un ciervo o corza de la pluma de Leonardo que se ve en otro manuscrito.
Al abuelo de Da Vinci da noticia del nacimiento del niño de su propia mano, en una nota fechada en 1452:“Nació un nieto mío, hijo de mi hijo Ser Piero, a las tres de la noche del sábado 15 de abril”. La hora tercera de la Edad Media corresponde, poco más o menos, a las diez o diez y media de la noche. Sherwood ha querido ver la fecha 1452 junto a una de las cisternas donde se ve a una mujer con un bebé (¿un jacuzzi para facilitar el parto como los que se utilizan hoy?) y las palabras sabatto notto (¿sábado por la noche?) en la carta natal.
El innegable atractivo de la teoría se ve oscurecido por la dificultad de probarla, ya que Sherwood afirma que el manuscrito consiste en una obra infantil de Leonardo (…). Aunque la hipótesis tiene algunos seguidores, los investigadores modernos no se inclinan por ella en la actualidad […]
En mi opinión, el Manuscrito Voynich se trata de una composición genial para volver locos a los alquimistas, astrólogos, lingüistas, etc., lo cual requiere la mano de un genio. Y por la época en que fue escrito, Leonardo era el mejor científico y que, necesitando tranquilidad para seguir perfeccionando sus “máquinas” (escopeta, aeroplano y otros), aprovechó su habilidad de escribir con la imagen en el espejo para crear una obra que entretuviera a los charlatanes, con plantas inexistentes, con astronomía ininterpretable y, sobre todo, con un lenguaje indescifrable. Y todavía hoy, los charlatanes siguen ocupados en el tema. 


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