'La Mona Lisa', la famosa obra de
Leonardo Da Vinci, esconde en su pupila izquierda la clave de la identidad de
la modelo en la que el pintor se inspiró, aseguran los expertos.
Según el historiador italiano Silvano
Vinceti, presidente de la comisión nacional de patrimonio cultural de su país,
citado por el diario británico 'The Guardian', el pintor renacentista trazó
letras y números minúsculos en las pupilas de la mujer retratada.
"En el ojo derecho aparecen las
letras LV, que podrían ser las iniciales de Leonardo Da Vinci, y en el
izquierdo también hay símbolos", explica.
Vinceti mantiene que en ese ojo se
disciernen las letras "B" o "S" o posiblemente las
iniciales "CE", lo que considera claves de vital importancia para
averiguar la identidad de la modelo.
Esta ha sido identificada a menudo como
Lisa Gherardini, la esposa de un mercader florentino, pero el investigador
italiano no está de acuerdo, ya que mantiene que la Mona Lisa fue pintada en
Milán.
"Detrás del cuadro aparecen los
números '149', con un cuarto número medio borrado, lo que sugiere que Da Vinci
la pintó cuando estaba en Milán en la década de 1490, usando como modelo una
mujer de la corte de Ludovico Sforza, el duque de Milán", puntualizó.
El cerebro cuántico
Una de las vías para reformar la ciencia de la mente más populares en los últimos años -aunque de limitada penetración en el ámbito médico- ha sido la propuesta por el prestigioso físico y matemático Roger Penrose, quien sostiene que los fenómenos aparentemente inexplicables de la mente humana se deben a la naturaleza cuántica de la misma.
Algunos autores, como el psicólogo Bruce Greyson, de la Universidad de Virginia (EEUU), defienden que una teoría cuántica del cerebro podría explicar las experiencias cercanas a la muerte desde una perspectiva "que desafíe al reduccionismo materialista", aunque no por ello paranormal. Las experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos de la mente requerirían, según Greyson, "de una psicología revisada, que no esté anclada en la física clásica del siglo XIX sino más bien en la física cuántica del siglo XX, la cual incorpora la conciencia en su formulación conceptual".
Pero todas estas reflexiones académicas quedan lejos, en realidad, de la práctica médica diaria. Lo habitual es que un paciente que ha sido resucitado tras un paro cardiaco no comente sus percepciones -si es que las tuvo- con el personal sanitario, y se muestre desorientado y confuso durante un tiempo, hasta que recobra por completo la conciencia. El doctor Francisco José del Río, intensivista en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que "lo más normal es que no recuerden nada; suelen tener un espacio en blanco"
[…] Esta investigadora ha propuesto que el Manuscrito Voynich no pertenece
en realidad a las manos de Roger Bacon (…) sino a la de Leonardo Da Vinci. A
partir de la secuencia de sucesos que comenzó con la publicación de un artículo
de Alfred Werner en un número de la revista Horizon de 1962, Sherwood se sintió
atraída por el enigma. En su artículo, Werner hacía notar la similitud aparente
entre la caligrafía del Manuscrito Voynich y la escritura especular del sabio
florentino. En 1975, el hijo de Robert Brumbaugh encontró el mismo parecido.
Intrigada, Sherwood halló que uno de los mapas astrológicos del manuscrito
contenía el símbolo de Aries junto a 15 ninfas desnudas con dibujos de
estrellas. Su interpretación es que se trata de la carta natal de alguien que
nació al atardecer (por las estrellas) del 15 (quince mujeres) de abril (Aries
el Carnero). Según la estudiosa, la palabra escrita bajo el signo del Carnero
aparenta ser ob…..l, pero que si se la invierte especularmente muy bien puede
representar la palabra Lionardo, que es como Da Vinci escribía su propio nombre
de pila.
Sherwood compara este grafismo con la firma especular de Leonardo presente
en otros manuscritos bien conocidos, y, aunque debe reconocerse el parecido,
sería necesaria una pericia caligráfica para establecer la autoría del toscano.
Hay también una similitud entre el dibujo del carnero en sí y un ciervo o corza
de la pluma de Leonardo que se ve en otro manuscrito.
El innegable atractivo de la teoría se ve oscurecido por la dificultad de
probarla, ya que Sherwood afirma que el manuscrito consiste en una obra
infantil de Leonardo (…). Aunque la hipótesis tiene algunos seguidores, los
investigadores modernos no se inclinan por ella en la actualidad […]
En mi opinión, el Manuscrito Voynich se
trata de una composición genial para volver locos a los alquimistas,
astrólogos, lingüistas, etc., lo cual requiere la mano de un genio. Y por la
época en que fue escrito, Leonardo era el mejor científico y que, necesitando
tranquilidad para seguir perfeccionando sus “máquinas” (escopeta, aeroplano y
otros), aprovechó su habilidad de escribir con la imagen en el espejo para
crear una obra que entretuviera a los charlatanes, con plantas inexistentes,
con astronomía ininterpretable y, sobre todo, con un lenguaje indescifrable. Y
todavía hoy, los charlatanes siguen ocupados en el tema.







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