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La ciudad de Caral, la más antigua de América,
siguen desvelando enigmas. epa
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En medio del desierto al norte de Lima,
las investigaciones sobre la ciudad de Caral, la más antigua de América, siguen
desvelando enigmas y ahora han permitido determinar que hace 5.000 años ya existieron
construcciones antisísmicas y hubo un conocimiento avanzado de la genética
agraria.
Caral, ubicada a doscientos kilómetros de Lima y declarada en 2009 por la Unesco como Patrimonio Mundial, fue una compleja sociedad que se desarrolló entre los años 3.000 y 1.800 antes de Cristo, en el período denominado Precerámico, coetánea a la época de las pirámides de Egipto.
Este fin de semana se celebraron 17 años del inicio de las investigaciones en esta civilización primigenia, destacó a Efe la arqueóloga peruana Ruth Shady, descubridora y encargada del proyecto.
En la llamada "ciudad sagrada", el trabajo diario de arqueólogos, arquitectos e ingenieros pretende demostrar que los antiguos peruanos "no han sido solo artesanos, sino que han sido también profesionales interesados en el conocimiento científico".
"Y lo desarrollaron con éxito en la ingeniería, astronomía y genética agraria", señaló Shady mientras recorría Caral.
La ciudad presenta 32 pirámides truncas de diferentes dimensiones que, según los últimos estudios, cuentan con una tecnología en construcción que puede resistir hasta un sismo de 7,5 grados.
"Las bases de cada pirámide son tan sólidas que se mantienen hasta nuestros días", precisó a Efe el arqueólogo peruano Igor Vela.
Lo mismo sucede con los sorprendentes avances en genética agraria: "En Caral, hay cuatro colores naturales de algodón: rojo, beige, crema, marrón. ¿Cómo los obtuvieron? Han tenido que investigar para llegar a ello", afirmó Shady.
Las investigaciones en el sitio arqueológico, iniciadas en 1994 con escasa financiación y la colaboración de cinco jóvenes arqueólogos, cuentan hoy con unas 400 personas y un presupuesto anual de cinco millones y medio de dólares.
Según Shady, "el patrimonio arqueológico es una de las principales fortalezas que tiene Perú", por ello, el proyecto busca involucrar a las poblaciones aledañas en su crecimiento, ya que la ciudad recibe a unos 45.000 visitante al año.
"No solo apostamos por un aspecto del desarrollo, sino que queremos que éste sea integral. (La idea) es generar en el área norcentral de Lima un polo de desarrollo", aseveró la arqueóloga, quien quiere evitar que se repitan las experiencias que no tuvieron en cuenta a la población actual en otras zonas turísticas del país.
Las investigaciones pretenden que "se conozcan los avances en el conocimiento desde que se formó la civilización Caral y cómo ésta influyó en otras culturas hasta el periodo inca, incluso", dijo Shady.
La arqueóloga aseguró que "debe ser política de Estado dejar de promover solo a Macchu Picchu" y explicó que el aporte de la arqueología para ello "es conocer cómo se manejó el territorio".
"La información que se recupera debe promover la reflexión sobre lo que fuimos y lo que debemos cambiar y mantener en el presente", remarcó.
La civilización Caral tuvo un desarrollo precoz en comparación a otras que había en el continente y su declive, según las investigaciones, se debió a los severos cambios climáticos que se presentaron al término de su período de esplendor.
Se considera que 130 años de escasez de agua, junto a los movimientos telúricos y la presencia de arena en los campos de cultivo, producidos por los cambios climáticos, generaron una crisis social que enfrentó a la población contra los dirigentes político-religiosos.
Caral, ubicada a doscientos kilómetros de Lima y declarada en 2009 por la Unesco como Patrimonio Mundial, fue una compleja sociedad que se desarrolló entre los años 3.000 y 1.800 antes de Cristo, en el período denominado Precerámico, coetánea a la época de las pirámides de Egipto.
Este fin de semana se celebraron 17 años del inicio de las investigaciones en esta civilización primigenia, destacó a Efe la arqueóloga peruana Ruth Shady, descubridora y encargada del proyecto.
En la llamada "ciudad sagrada", el trabajo diario de arqueólogos, arquitectos e ingenieros pretende demostrar que los antiguos peruanos "no han sido solo artesanos, sino que han sido también profesionales interesados en el conocimiento científico".
"Y lo desarrollaron con éxito en la ingeniería, astronomía y genética agraria", señaló Shady mientras recorría Caral.
La ciudad presenta 32 pirámides truncas de diferentes dimensiones que, según los últimos estudios, cuentan con una tecnología en construcción que puede resistir hasta un sismo de 7,5 grados.
"Las bases de cada pirámide son tan sólidas que se mantienen hasta nuestros días", precisó a Efe el arqueólogo peruano Igor Vela.
Lo mismo sucede con los sorprendentes avances en genética agraria: "En Caral, hay cuatro colores naturales de algodón: rojo, beige, crema, marrón. ¿Cómo los obtuvieron? Han tenido que investigar para llegar a ello", afirmó Shady.
Las investigaciones en el sitio arqueológico, iniciadas en 1994 con escasa financiación y la colaboración de cinco jóvenes arqueólogos, cuentan hoy con unas 400 personas y un presupuesto anual de cinco millones y medio de dólares.
Según Shady, "el patrimonio arqueológico es una de las principales fortalezas que tiene Perú", por ello, el proyecto busca involucrar a las poblaciones aledañas en su crecimiento, ya que la ciudad recibe a unos 45.000 visitante al año.
"No solo apostamos por un aspecto del desarrollo, sino que queremos que éste sea integral. (La idea) es generar en el área norcentral de Lima un polo de desarrollo", aseveró la arqueóloga, quien quiere evitar que se repitan las experiencias que no tuvieron en cuenta a la población actual en otras zonas turísticas del país.
Las investigaciones pretenden que "se conozcan los avances en el conocimiento desde que se formó la civilización Caral y cómo ésta influyó en otras culturas hasta el periodo inca, incluso", dijo Shady.
La arqueóloga aseguró que "debe ser política de Estado dejar de promover solo a Macchu Picchu" y explicó que el aporte de la arqueología para ello "es conocer cómo se manejó el territorio".
"La información que se recupera debe promover la reflexión sobre lo que fuimos y lo que debemos cambiar y mantener en el presente", remarcó.
La civilización Caral tuvo un desarrollo precoz en comparación a otras que había en el continente y su declive, según las investigaciones, se debió a los severos cambios climáticos que se presentaron al término de su período de esplendor.
Se considera que 130 años de escasez de agua, junto a los movimientos telúricos y la presencia de arena en los campos de cultivo, producidos por los cambios climáticos, generaron una crisis social que enfrentó a la población contra los dirigentes político-religiosos.
Pero ¿qué es el Manuscrito
Voynich? En realidad se trata
de un libro del siglo XV redescubierto por Wilfred Voynich (del que toma el
nombre) en 1912 en el colegio jesuita de Villa Mondragone en una localidad
cercana a Roma. El manuscrito es un libro prolijamente encuadernado, escrito
con pluma sobre pergamino de ternera. Sus actuales 102 folios, de 23×16 cm,
están plagados de ilustraciones de plantas desconocidas y otros dibujos. Aunque
lo atractivo del mismo es la lengua en la que está escrito: ¡desconocida!
Ni los más eminentes lingüistas ni los más potentes ordenadores han conseguido
descifrar ese texto de caracteres romanos minúsculos en cursiva. Actualmente se
encuentra en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos de la
Universidad de Yale (USA), y sigue desafiando los conocimientos de los
expertos.
Cualquiera puede ampliar información sobre este manuscrito en los enlaces
de este post o recorriendo internet. Lo que ahora pretendo es ofrecer una
“disparatada” hipótesis sobre su autoría, y lo hago porque particularmente
concluyo que una persona culta, inteligente y “cachonda” del siglo XV se
entretuvo en dejar para la posteridad uno de los mayores timos de la Historia.
Digo esto porque, aun no habiendo sido traducido el texto, la baja entropía de
sus caracteres (alta predictibilidad que acarrea una muy baja transmisión de
datos) me lleva a pensar que se trata de una tomadura de pelo de Leonardo Da
Vinci (casi imposible de probar). Y para ello nada mejor que transcribiros una
de las varias hipótesis que Marcelo
Dos Santos recoge en su
interesante libro “El Manuscrito Voynich”, la de la doctora Edith
Sherwood:
[…] Esta investigadora ha propuesto que el Manuscrito Voynich no pertenece
en realidad a las manos de Roger Bacon (…) sino a la de Leonardo Da Vinci. A
partir de la secuencia de sucesos que comenzó con la publicación de un artículo
de Alfred Werner en un número de la revista Horizon de 1962, Sherwood se sintió
atraída por el enigma. En su artículo, Werner hacía notar la similitud aparente
entre la caligrafía del Manuscrito Voynich y la escritura especular del sabio
florentino. En 1975, el hijo de Robert Brumbaugh encontró el mismo parecido.
Intrigada, Sherwood halló que uno de los mapas astrológicos del manuscrito
contenía el símbolo de Aries junto a 15 ninfas desnudas con dibujos de
estrellas. Su interpretación es que se trata de la carta natal de alguien que
nació al atardecer (por las estrellas) del 15 (quince mujeres) de abril (Aries
el Carnero). Según la estudiosa, la palabra escrita bajo el signo del Carnero
aparenta ser ob…..l, pero que si se la invierte especularmente muy bien puede
representar la palabra Lionardo, que es como Da Vinci escribía su propio nombre
de pila.
Sherwood compara este grafismo con la firma especular de Leonardo presente
en otros manuscritos bien conocidos, y, aunque debe reconocerse el parecido,
sería necesaria una pericia caligráfica para establecer la autoría del toscano.
Hay también una similitud entre el dibujo del carnero en sí y un ciervo o corza
de la pluma de Leonardo que se ve en otro manuscrito.
El innegable atractivo de la teoría se ve oscurecido por la dificultad de
probarla, ya que Sherwood afirma que el manuscrito consiste en una obra
infantil de Leonardo (…). Aunque la hipótesis tiene algunos seguidores, los
investigadores modernos no se inclinan por ella en la actualidad […]
En mi opinión, el Manuscrito Voynich se
trata de una composición genial para volver locos a los alquimistas,
astrólogos, lingüistas, etc., lo cual requiere la mano de un genio. Y por la
época en que fue escrito, Leonardo era el mejor científico y que, necesitando
tranquilidad para seguir perfeccionando sus “máquinas” (escopeta, aeroplano y
otros), aprovechó su habilidad de escribir con la imagen en el espejo para
crear una obra que entretuviera a los charlatanes, con plantas inexistentes,
con astronomía ininterpretable y, sobre todo, con un lenguaje indescifrable. Y
todavía hoy, los charlatanes siguen ocupados en el tema.







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