Corría el año 1841. Era un precioso día de verano cuando se
encontró, flotando en el río Hudson, New Jersey, el cuerpo de una mujer llamada
Mary Cecilia Rogers, de 21 años.
Por supuesto, el caso causó gran revuelo y enseguida
empezaron las investigaciones. El primer sospechoso fue su casero , en cuya
compañía solían verla algunas tardes. Anderson, que así se llamaba, no tenía
coartada para aquel día, pero se libró de los ojos acusadores cuando estos se
posaron en David Payne, prometido de la malograda joven. Payne sí que confesó
que la había visto la misma mañana en que desapareció pero negó ser el
culpable. Pero mas tarde se suicidaría en el mismo lugar donde supuestamente
había matado a su novia, dejando una nota de autoinculpación.
Pero la policía no la creyó: Payne tenía una buena coartada.
Así pues, las investigaciones siguieron su curso…
Uno de los fieles lectores de la prensa y seguidores de este
misterioso caso era el mismísimo Edgard Allan Poe, de 32 años por aquel
entonces. Había escrito ya “Los crímenes de la calle Morgue” y creado a su
Inspector Dupin y, basándose en el crimen de Mary se puso a escribir. Eso sí,
hizo algunos cambios: Mary Rogers sería Marie Rogêt, Nueva York lo transformó
en París y el río Hudson en el Sena.
La obra titulada “El misterio de Marie Rogêt” sirvió a Poe
para realizar un análisis riguroso y exhaustivo de todos los datos y pruebas
que había del caso. El Inspector Dupin demuestra que el asesino es sólo uno,
(se llegó a pensar que era una banda de delincuentes), e incluso señaló a
alguien: a un oficial de la marina al que no se había visto con la protagonista
en tres años, cuando regresara de pasar con él varias semanas. Ahora bien, no
llegaba a ponerle nombre, sólo decía que era un hombre moreno.
Tras la publicación de este relato, comenzó a correr el
rumor de que Poe sabía demasiado, que había hilado sospechosamente bien los
hilos y que como frecuentaba asiduamente Nueva York, era él quizás el
responsable del brutal asesinato.
Su reputación no lo ayudaba mucho pues la vida de este
escritor no era fácil: cuidaba de su esposa enferma de tuberculosis, intentaba
superar su alcoholismo y su adicción a las drogas y su economía no iba nada
bien. Además, sus personajes eran macabros y se abandonaban a sus bajos
instintos, lo cual parecía revelar el lado oscuro del carácter de Poe.
Pero todo quedó en meras especulaciones…
Llama también la atención que antes de la tercera entrega,
(se publicó de tres veces entre noviembre de 1842 y febrero de 1843), Poe
modificara ciertos datos adaptándolos aun más a la realidad.
Dos años después, y con la intención de sacarlo de nuevo a
la luz pero esta vez como libro, hizo aun más cambios: Marie Rogêt había muerto
como consecuencia de un segundo y desastroso aborto realizado también por el
“oficial” moreno. El primero había sido tres años atrás.
Y eso es lo que terminó creyéndose que le pasó a Mary
Rogers, que murió tras una intervención que la dejó mal parada. Este crimen no
llegó nunca a ser resuelto.
Por su parte, y quizás intentando defenderse, Poe explicó en
su día que el propio hombre moreno había confesado pero que, por respeto a la
familia, no quería ahondar en detalles ni revelar todo lo que sabía.







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